"No deseo ser realista, pretendo escribir música pero con palabras, porque los recuerdos suceden con música. Tengo trucos en el bolsillo y cosas bajo la manga, pero no quisiera ser un prestidigitador común. Pese a todo, no he podido determinar, si quiero mostrarles la verdad con la apariencia de la ilusión, o por el contrario, la ilusión con la apariencia de la verdad...", dice Esteban Barbera.
Él tiene una mirada especial sobre el mundo y las cosas cotidianas. Sus textos ocurrentes no dejan de sorprender.
¿Desde cuándo escribís?
Escribo desde chico, pero siempre fue en forma muy
intermitente y desordenada hasta hace unos seis o siete años atrás donde empezó
a ordenarse un poco lo que escribía. Desde hace tres años ha tomado un ritmo y
una forma que es la que me interesa y estimula. El arte tiene mucho que ver con
la búsqueda de una voz interna. Una forma de escribir, de cantar, de actuar, de
decir. Es difícil encontrarlo, yo no creo haberlo hallado aún, pero lo
importante es que siento que voy por el camino que me gusta.
¿Qué recuerdos
asociados a la infancia tenés de la escritura?
Sí, algunos cuentitos vagos y desprolijos. Me costaba
escribir, fundamentalmente porque no sabía que era lo que quería decir.
¿Qué se necesita para
escribir y para vencer el miedo de la hoja en blanco?
Yo no creo en la inspiración divina. No creo que Dios, o algo
semejante se dedique a susurrar palabras. Creo en el pensamiento como mecanismo
de cualquier creación. Sartre decía que la creación tiene un orden definido:
esencia, luego presencia. Es decir, primero se piensa que es lo que se quiere
hacer, y luego se pone manos a la obra. Aquello que confundimos con la
inspiración, es un simple mecanismo involuntario e indominable de nuestra
mente. Una manera de decirnos que ha comprendido algo. Es importante estar
atento, pero creo que es insostenible este mecanismo para la creación de una
Obra, sirve, tal vez, en forma esporádica, no como receta.
La única forma de vencer el miedo de la hoja en blanco es
pensando, meditando, observando, leyendo, escuchando.
¿Qué opinás sobre la soledad de la gente?
La soledad ocurre. Es ineludible. A veces, necesaria. Vivimos
en un mundo raro, en un tiempo extraño. Estamos bombardeados de información y
violencia. Y desgraciadamente, vivimos deseando lo que no tenemos, incluso sin
estar seguros de realmente necesitarlo.
Lo mejor, como dijo Galeano, es tener el coraje de estar solo
y la valentía de arriesgarse a estar juntos.
¿A qué creés que se debe que la gente se siga
sintiendo sola a pesar del fácil
acceso a la comunicación que brinda Internet?
La comunicación no siempre mata la soledad.
Internet puede ser angustiante, te brinda tanta información,
en tan poco tiempo que te marea y te confunde.
No todo es negativo en la red, sino que
también se dan experiencias positivas. La confección de un blog como el tuyo,
de cariz tan humano y particular, ¿te generó amigos virtuales fieles? ¿Tenés
una anécdota para contar al respecto?
Claro, he generado vínculos virtuales con gente que me gusta
lo que escribe y gente que me hace lindos comentarios.
Escribir, como cualquier tipo de arte tiene dos momentos muy
lindos: unos es muy íntimo que es el primer instante en el que llegaste al
punto final y otro igual de lindo que es cuando lo muestra a otras personas.
Para eso sirven los blogs y cualquier espacio para mostrar lo que uno escribe.
¿Anécdotas? Hace unos meses fui a la presentación en
Buenos Aires de la revista on line para
la que escribo, Periplo. A pesar de que no conocía a nadie, y mi resistencia a
socializar, terminé pasando una muy linda velada con un grupo de 8 personas
totalmente desconocidas.
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